Tuesday, January 4, 2011

Tzun Roni Tzun



Los últimos años de mi vida los he transitado a paso veloz, quiero decir, los he corrido. Como si alguien me persiguiera o como si yo tuviera una urgencia por alcanzar a alguien, ... como si alguien erróneamente me hubiera colocado en un camino que no era el mío, en un lugar donde no pertenezco, en el pasaje de una historia plagada de anacronismos.

Despierto pensando que no era la hora de despertarme sino el momento de dormir, camino dos minutos y han pasado tres años.Entonces pienso que algún evento kafkiano está sucediendo en mi vida y aprieto el paso y mis piernas sienten la necesidad de correr, acelerar más el paso. Segregaré esa sustancia que siembra ganas de no parar jamás, a ver si encuentro el fin del mundo, el que yace imaginario en muchas mentes; a ver si alcanzo al Tiempo que me dejó dormida y se escapó sin mí, se echó a correr; a ver si me alcanzan los moustros kafkianos que inpunemente generan confución en cada paso, a ver si llego más pronto a donde tengo que llegar.


40 segundos pueden hacer la diferncia.

Son las 7:49 am, hay un tráfico de miedo allá abajo. El brazo izquierdo carga una pequeña bolsa morada con un libro, cuadernos y cosas indesifrables, al mismo tiempo me sostiene de un tubo, el derecho espera en la bolsa de mi pantalon rojo; el microbús no avanza. Afuera se escuchan los motores viejos de los autos, suena también uno que otro claxon, un silbato, el señor del periódico que grita, la música de un local, Lady Gaga. Son las 7:52, el microbús no avanza. Son las 7:53, el microbús no avanza. Miradas desesperadas de los pasajeros, las manos del conductor en la cabeza. El profesor a tres minutos de llegar al salón de clases, el siguentre microbús que tengo que tomar a 5 minutos de pasar por la avenida principal; y yo con las manos en el tubo del microbús y en la bolsa de mi pantalón rojo, a 15 minutos de distancia de mi presente...

Camino hacia la pueta, bajo el primer escalón y la puerta se cierra, volteo a ver al chofer quien con una mirada me señala "La bajada es por atrás". Paso entre la gente que no se hace a un lado, mi bolsa de queda atrás, la jalo, el microbús avanza 5 metros. Toco el timbre y bajo en un salto.

Mis piernas han enloquecido. Corro

Corro,

no corro por correr, corro porque hay algo chueco en el viento que respiro, porque la burocracia fantasmal del Tiempo me ha jugado mal, otra vez. Corro porque huyo, porque me escapo, porque me fugo. Porque talvez pueda subir en un vuelo
Corro porque mi tiempo no es el que caminan todos. Porque me atrasé o quizá hasta me adelanté.
No, corro porque me gusta. Porque soy adicta, porque ya no puedo parar.

Llegué

A menudo observo que a mis piernas y a mí nos gusta desafiar al tiempo. No sé por qué y no le encuentro sentido alguno. Jugamos carreritas y me engaño pensando que le gané cuando realmente es siempre al revés. Inmutable camina a mi lado todo el tiempo. Y corro.
Corro el bosque para llegar tarde a mi trabajo. Corro el pasillo para llegar tarde a mis clases. Corro la avenida para tomar tarde el microbús. Corro por todo el edificio para llegar tarde a la reunión. Corro las calles para que no me alcance la noche.
Corro la vida para escaparme del destino
Corro, aunque nunca tuve una meta en mi vida, ni final, viví hasta donde pude.


hasta donde se puede.

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