Wednesday, January 20, 2010

DESPERTANDO II


Mi despertar fue así durante unos días.
La misma ventana, el mismo sol, las mismas personas allá afuera,
la misma buena música en el cuarto contiguo. Mi amiga me había alojado.
El hombre que cantaba fuera del cuarto era el padre de mi amiga.
Luego un día abrí los ojos y estaba cruzando cerros, dentro de un autobús
con música de fondo: Temerarios,
el conductor nos recetó Temerarios toda la noche. Una abogada a mi lado platicaba de su vida y cuando yo empecé a hacerlo se quedó dormida.
Tomé el siguiente autobús con un frío que partía mi piel. Serían 6 horas más.
Cuando desperé estaba en una playa. Un montón de llamadas perdidas y las vísperas de año nuevo jodiendo a mi consciencia.
Cuando desperté nuevamente había una gallina a mi lado echada junto a mi.
Estabamos las dos en la misma cama bajo un alto techo de paja.
Todo era playa, un chamán y dos mujeres me rolaban un porro.

Cuando desperté al año nuevo éramos cuatro yonquis tirados en la arena
inventando historias a cerca del mar y la luna. Vimos dos cometas pasar mientras
balbuceabamos constelaciones que no sabíamos pronunciar.

"No seas de los que tienen una carrera. Sé de los que tienen una vida", Parecía decirme Marisol, la mujer de Oaxaca. "No busques lo que no necesitas, ve a una gran tienda comercial y ponte feliz porque todo eso no lo necesitas para ser feliz", parecía decir ese chamán accidental, Alejandro. (Mucho gusto, espero verles pronto )

Una mañana de pronto se hizo tarde y aparecieron más personas siguiendo la noche.
Caminando junto a todos ellos mientras esperábamos la hora en que saldría nuestro autobús, encendimos un "Marley" cubierto de miel y lo compartimos; platicamos poco, reimos mucho, caminamos demasiado y luego nos sentamos en silencio prolongado a las afueras de una iglesia con paredes altas."Se siente como a felicidad" dijo Marisol despues de mucho tiempo y con una grande y extendida sonrisa en la cara, "Somos siete desconocidos ¿ya se dieron cuenta?" dijo Axel media hora después, reventamos a carcajadas y extraviamos el Ti-Tac del reloj. Perdimos el autobús...

Dias después desperté en una cama, en la de siempre. En la de hace años.
Sin maletas, por supuesto.

Cuándo podré fugarme realmente de este mal sueño,
me pregunté mientras repasaba mi invieno a lado de tantos desconocidos.
No, no es el mismo, me contesté.

Me he levantado de la cama.

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