Encuentro un gran placer al devorar el tiempo en absoluto silencio y en completo autismo. Las horas podrían volverse el segundo perfecto para congelar en ellas la eternidad del instante. He permanecido así un tiempo indefinido y podría quedarme aquí, así para siempre. No obstante, me recorre la cosquilla en el cerebro; esa que aparece cuando todo es perfecto y comienza a cuestionarse, cosquillean los pensamientos, me dan comezón las dudas. Entonces, apareces “Tu”, los “Otros”, la cosa; que son todas las cosas del mundo. Entonces, una manada de pensamientos alados levantan el vuelo, provocando así un disturbio en ese mi placer autista.
Nuevamente inserto en el mundo mis ideas cosquilleantes, mis huesos alarmistas, mi carne vacía de sentido, mi red de pronombres personales con los que toda yo me revuelco de sentido.
Y aún así, contigo presente, quiero decir, con tu ausencia presente; con todo tan vivo y en constante movimiento, creo que el “nosotros” sigue perdido en el autismo.
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