Tuve un sueño, un enorme sueño.
Alguien silbaba tan fuerte que las hojas secas se levantaban
y la basura en la calle hacía remolinos.
Tuve un dueño, un pobre dueño.
Alguien me soñó tan fuerte que no me quedó más que existir,
y mi vida se volvió una tragicomedia.
Fui el pobre sueño de un pobre dios al que le gustaba verme soñar
silbidos que parcecen remolinos
pero me salí del sueño
y ahora quiero un dueño que sueñe mi vida como una pieza de arte-objeto;
y no una obra de teatro inclasificable donde sueño que sueño a no soñar por querer seguir soñando que sueño sueños insoñables del sueño de un dios con problemas de insomnio.
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