Friday, January 22, 2010

Tom y mi Psiquiatra


Debo confesar que siendo uno de mis grupos favoritos, no le conocía la mayoría de sus videos. Es quizá porque ese concepto de "favorito" en realidad no lo conozco muy bien; y no sé por qué pero presiento que no es algo característico mío sino una especie de mal generacional. Quiero decir, que tal vez cada vez quedan menos héroes en el mundo en quien creer. O tal vez todos ellos también se fueron paulatinamente en el transcurso de los años junto con la muerte de Dios y sólo quedamos los crédulos nietzscheanos (conozcámoslo o no)y los correspondientes anti-héroes de nuestra generación a los que aplaudimos con cada torpeza o maldad cometida...
momento
¿por qué estoy habando de esto? Es un tema para un buen ensayo que tengo en mente y que no escribiré jamás.
No, sí lo haré. Mi próxima entrada versará sobre ésto, así será... o tal vez esté mintiendo y me gane el acostumbrado desliz de tristeza que mantiene particularmente este blog con vida (desauciada)... Bueno, el punto es... ¿cuál era el punto?

Ah! claro! Radiohead y sus efectos, me gusta. Hace algunos momentos miraba algunos de sus videos que desconocía de rolas que me sabía perfectamente. Observaba también con infinito asombro la mirada de ese hombre que grita, se desgarra, gime, susurra, invoca y de vez en cuando canta, que excita; sus extraños movimientos articulados al ritmo de la guitarra y su distorsión; haciendo ecos corporales del sintetizador para luego rematar con una nota frágil en su gutarra.
Mientras mis ojos se clavan en la pantalla intentando decifrar al hombre en las vocales, allá afuera son las 3 de la mañana llueve incesantemente, el perro del vecino aulla de algún dolor. Acá adentro descubrí una pequeña gotera, la estufa está encendida, a mi lado hay una taza de té verde, en la mano derecha sostengo una mala historia académica universitaria recién hecha trocitos, adentro de mi cuerpo hay un corazón esginsado.En la bolsa de mi chamarra esperan dos comprimidos que me drogarán pare ser menos triste.
Qué estupidez Doctorcito. La felicidad contenoda en comprimidos de alto precio.
Me he drogado voluntariamente (con yerba) dos o tres veces durante este año ¿y ese hombre con título de Médico pretende que lo haga diario por más de un año con sus comprimidos empaquetados?
El mundo está al revés.
No las he tomado, no las tomaré. Prefiero un ácido (lo he probado dos veces en mi "drogadicta" vida y me ha ayudado más que cualquier prozac. "Drogadicta" sólo porque alguien decidió que haber probado droga más de dos veces me hacía drogadicto. No, no la uso, no la necesito. Estoy limpio)
Mientras reúno las indóciles palabras aquí, allá en la otra casa duerme él, mi padre. Cree que lo he perdonado, cree que me ha comprado con tres billetes, cree que me ama, sabe que no, cree que me tomo esa basura, cree que voy a un grupo de auto ayuda, no sabe que estoy limpio; cree estar cambiando, sabe que no lo hará; cree que es inocente, sabe que no es así; cree que ahora mismo estoy durmiendo pero no es así.

Son ya las 4:00am. Iré a apagar la estufa, el agua se ha consumido. Pondré los comprimidos en la comida del triste perro del vecino. Dejaré de escuchar por un tiempo a Radiohead... pero antes le diré a ése, con el título universitario que le autoriza a drogar gente triste, que pruebe un ácido conmigo mientras miramos por última vez toditos los videos en los que aparece aquél hombre indescifrable y le buscamos sus posibles patologías...


Yo es otro.

Wednesday, January 20, 2010

DESPERTANDO II


Mi despertar fue así durante unos días.
La misma ventana, el mismo sol, las mismas personas allá afuera,
la misma buena música en el cuarto contiguo. Mi amiga me había alojado.
El hombre que cantaba fuera del cuarto era el padre de mi amiga.
Luego un día abrí los ojos y estaba cruzando cerros, dentro de un autobús
con música de fondo: Temerarios,
el conductor nos recetó Temerarios toda la noche. Una abogada a mi lado platicaba de su vida y cuando yo empecé a hacerlo se quedó dormida.
Tomé el siguiente autobús con un frío que partía mi piel. Serían 6 horas más.
Cuando desperé estaba en una playa. Un montón de llamadas perdidas y las vísperas de año nuevo jodiendo a mi consciencia.
Cuando desperté nuevamente había una gallina a mi lado echada junto a mi.
Estabamos las dos en la misma cama bajo un alto techo de paja.
Todo era playa, un chamán y dos mujeres me rolaban un porro.

Cuando desperté al año nuevo éramos cuatro yonquis tirados en la arena
inventando historias a cerca del mar y la luna. Vimos dos cometas pasar mientras
balbuceabamos constelaciones que no sabíamos pronunciar.

"No seas de los que tienen una carrera. Sé de los que tienen una vida", Parecía decirme Marisol, la mujer de Oaxaca. "No busques lo que no necesitas, ve a una gran tienda comercial y ponte feliz porque todo eso no lo necesitas para ser feliz", parecía decir ese chamán accidental, Alejandro. (Mucho gusto, espero verles pronto )

Una mañana de pronto se hizo tarde y aparecieron más personas siguiendo la noche.
Caminando junto a todos ellos mientras esperábamos la hora en que saldría nuestro autobús, encendimos un "Marley" cubierto de miel y lo compartimos; platicamos poco, reimos mucho, caminamos demasiado y luego nos sentamos en silencio prolongado a las afueras de una iglesia con paredes altas."Se siente como a felicidad" dijo Marisol despues de mucho tiempo y con una grande y extendida sonrisa en la cara, "Somos siete desconocidos ¿ya se dieron cuenta?" dijo Axel media hora después, reventamos a carcajadas y extraviamos el Ti-Tac del reloj. Perdimos el autobús...

Dias después desperté en una cama, en la de siempre. En la de hace años.
Sin maletas, por supuesto.

Cuándo podré fugarme realmente de este mal sueño,
me pregunté mientras repasaba mi invieno a lado de tantos desconocidos.
No, no es el mismo, me contesté.

Me he levantado de la cama.

Sunday, January 17, 2010

Despertando a un nuevo sueño...


¿Donde estaba y cuánto tiempo esperé aquí?
Camino, camino; ¿cómo se hace? Pienso y camino.
Entre la multitud, entre el ruido que jamás se detiene.
¿Donde estoy y a quién espero, a quién pertenecí?
Me detengo y observo. ¿En qué momento llegué hasta aquí?
Traigo mochilas y maletas cargando por todos lados. ¡Qué estupidez! ¿por qué, para qué?, me pregunto. Mejor las tiro. Me convenzo.

Tomo una, la más pequeña y la lanzo desde el puente.
Hay un río abajo, muy abajo.
Ahora observo cómo se van mis años impregnados en el contenido de esa maleta. Qué bueno, pienso.
La observo irse con una especie de diversión y nostalgia mientras me pregunto qué iba ahí. Un hombre en harapos con olor a calle y una sonrisa sin dientes me grita ¡impulsiva! y sigue su camino.
¿Qué iba ahí?
Algunas ropas: mi vestido violeta que me gustaba tanto porque me hacía sentir muñequita de maniquí y que casi nunca usé.
Los jeans con agujeros anecdotarios y dibujos por todos lados acrílico y parches un perfume olor a fruta, un reloj más ropa...
si sigo recordando el contenido de todo esto que ahora cargo puede que sólo llore amargamente. Mejor las tiro y ya.
Ahora voy con las más grandes. Son pesadas.
La gente pasa y algunos me miran con extrañeza pero no me importa, ya no. Las lanzo y als veo irse con el mismo sentimiento de diversión y nostalgia mezclándose.

Ahora que me he quedado así, sin nada
me siento ligera
lista para ser elevada por el viento que se siente helado...
¿Un río abajo de este puente? ¡qué extraño!, es demasiado alto.
¿Cómo es que llegué hasta aquí, cuanto he viajado, cuánto caminé?
Hace frío. Está helando.
¿Cómo es que llegué aquí y cuándo me convertí en esto. Donde habré perdido la eterna sonrisa?
Mi cuerpo, ahí en la orilla del puente se balancea. Cierro los ojos. Caeré como mis maletas y nos iremos lejos...
Se oye música a lo lejos

Abro los ojos. Talking heads suena en el cuarto contiguo. Una voz en el pasillo canta y la luz del sol entra por una enorme ventana a mi lado derecho. Estoy en una cama. No en la de costumbre...